Ocho amigos de toda la vida decidieron convertir un sueño de juventud en un proyecto habitacional real: construyeron un pequeño complejo sustentable para envejecer juntos e20n Hill Country, Texas. Cada uno levantó su propia casita de 32 metros cuadrados, diseñadas por el arquitecto Matt García, con techos en forma de mariposa que recolectan agua de lluvia. El grupo no solo quería privacidad, sino también un punto de encuentro permanente: por eso construyeron una casa común de más de 140 m², donde cocinan, celebran y comparten su día a día en comunidad.
El costo de cada vivienda fue relativamente bajo para lo que implica este nivel de compromiso comunitario (alrededor de 40 palitos), pero el valor emocional y logístico es incalculable. Según los protagonistas del proyecto, la vida en lo suyo no es solo “juntarse para envejecer”, sino preservar una amistad de décadas, y hacerlo con un pie en lo sustentable. Su iniciativa encarna una de las tendencias modernas más interesantes: el cohousing, o vivienda colaborativa, un modelo que no solo combate la soledad, sino que rediseña cómo queremos envejecer.