En Australia, un koala bebé con apego nivel “no me sueltes nunca” se convirtió en noticia tras aferrarse con tanta fuerza a su mamá que, al separarlos por motivos médicos, los cuidadores tuvieron que ingeniárselas con un peluche. El pequeño marsupial encontró en el muñeco un reemplazo temporal que le dio calma y seguridad mientras esperaba volver al abrazo real, y para proceder a ser, aparentemente, pesado y medido por veterinarios.
La escena, captada en un centro de conservación, ya es material viral: un koala que demuestra que el instinto y la ternura no entienden de especies ni de sustitutos de felpa. Porque sí, a veces la mejor receta para el estrés es un buen abrazo, aunque sea un peluche…
