Un reciente estudio de la Universidad de Texas desafió la creencia de que las amistades sólidas se construyen únicamente sobre gustos o intereses en común. La investigación demostró que compartir un rechazo o desagrado hacia personas, ideas o situaciones puede ser un factor aún más decisivo a la hora de generar lazos emocionales profundos y duraderos entre dos individuos.
Los investigadores señalaron que esta conexión basada en el “odio compartido” despierta una intensidad emocional difícil de replicar solo con afinidades. En muchos casos, no se necesitan hobbies o pasiones en común para cimentar una amistad sólida: basta con coincidir en aquello que ambos rechazan.