Comer rápido puede parecer un truco para ahorrar tiempo, pero según comparte en sus redes sociales la experta en microbiota Sara Marín Berbell, es una receta infalible para engordar y “destrozar el estómago”. Al masticar deprisa, introduces aire en exceso, provocas gases, hinchazón y malestar, todo mientras ignoras la señal de saciedad que le toma 15 a 20 minutos llegar al cerebro. El resultado: comes demasiado y engordas más, sin darte cuenta.
Por suerte, la solución está al alcance: masticar con calma (20–30 veces por bocado), dejar los cubiertos entre bocados, evitar distracciones, y darle al cerebro el tiempo que necesita. Así protegemos la microbiota, mejoramos la digestión y evitamos esos kilos extras que llegan sin invitación. Porque comer no debería ser una carrera… a menos que el bajón sea incontrolable.
