La relación entre humanos y gatos es única. A diferencia de otras especies domesticadas, como los perros, los gatos no fueron “adiestrados” ni seleccionados por los humanos. Según la bióloga Mary Granero Fernández, los gatos se adaptaron por sí mismos a la vida junto a las personas, sin intervención directa en su domesticación. Hace aproximadamente 9.500 años, los gatos monteses comenzaron a acercarse a los asentamientos humanos, atraídos por la abundancia de roedores. Los humanos, al ver su utilidad para controlar plagas, los toleraron y hasta favorecieron su presencia. Así, los gatos más sociables prosperaron, dando inicio a un proceso de selección natural que dio forma al gato doméstico moderno.
A pesar de su cercanía con los humanos, los gatos nunca han perdido completamente su naturaleza salvaje. A diferencia de los perros, que dependen de la intervención humana para su domesticación, los gatos mantienen su independencia, sus instintos de caza y la capacidad de vivir sin intervención directa. Por ello, algunos expertos argumentan que, en realidad, fueron los gatos quienes eligieron a los humanos, y no al revés. Así, el gato moderno sigue siendo una especie con una relación particular con el ser humano: ellos viven con nosotros en sus propios términos, sin dejar de ser los cazadores independientes que siempre han sido.
