Irán ha intensificado su campaña contra la tenencia de perros como mascotas, prohibiendo pasearlos en lugares públicos en al menos 25 ciudades, incluyendo Kermanshah, Isfahán y Kerman. Aunque no existe una ley nacional que lo prohíba, fiscales y autoridades locales se basan en artículos del Código Penal y la Constitución para justificar estas restricciones, alegando preocupaciones sobre la moral pública, la salud y el bienestar de los ciudadanos.
Desde la Revolución Islámica de 1979, los perros son considerados “impuros” por autoridades religiosas, incluido el líder supremo, Alí Jameneí. Las autoridades ven la posesión de perros como una imitación de valores occidentales, considerada reprobable. A pesar de ello, muchos iraníes, especialmente los jóvenes, continúan teniendo perros como acto de resistencia. Quienes infringen las normas pueden enfrentarse a sanciones como la confiscación del animal o del vehículo en que se transporten.
