Una controversia sacude el mundo del deporte paralímpico tras la suspensión de por vida de la judoka azerbaiyana Shahana Hajiyeva, quien se coronó campeona en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. La decisión se basa en una reevaluación médica que determinó que Hajiyeva no cumple con los criterios de discapacidad visual para competir en su categoría, desatando un debate sobre la validez de los controles y clasificaciones en este tipo de eventos.
La suspensión ha generado interrogantes sobre la posibilidad de que Hajiyeva haya mejorado su visión, un error en evaluaciones previas, o la aplicación de criterios más estrictos en el sistema de clasificación paralímpico. Este sistema, recientemente modificado, ha reducido el número de categorías y excluido algunas afecciones oculares que antes eran consideradas válidas. Si bien algunas voces apuntan a un posible fraude por parte de la atleta, no existen pruebas concluyentes que respalden esta acusación. El caso recuerda al escándalo que involucró al equipo de baloncesto español en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000, donde se descubrió la inclusión de jugadores sin discapacidad intelectual.