Una reciente investigación concluyó que el 88 % de la población ha llorado alguna vez viendo una película. El dato, que ha sorprendido a expertos y cinéfilos por igual, refleja el profundo impacto emocional que puede tener el cine en la audiencia, demostrando que más allá del entretenimiento, la experiencia audiovisual toca fibras íntimas y universales del ser humano.
Según especialistas en psicología del cine, las escenas más propensas a generar lágrimas son aquellas donde hay muertes inesperadas de personajes principales, momentos de sacrificio o despedidas cargadas de emoción, y especialmente aquellas que involucran animales —en particular, perros—, cuya conexión simbólica con la lealtad y la inocencia suele resonar profundamente en los espectadores.