Un reciente estudio en Viena ha demostrado que los perros no solo son nuestros mejores amigos, sino también astutos detectores de mentiras. Los científicos sometieron a cachorros de distintas razas a una prueba en la que debían encontrar comida siguiendo las instrucciones de humanos, quienes a veces les mentían sobre su ubicación. En situaciones donde los humanos engañaban deliberadamente a los perros, estos rápidamente dejaron de confiar en sus indicaciones, mostrando una sorprendente capacidad para detectar la falsedad.
Lo más interesante es que, en escenarios donde no había intención de mentir, los canes se mostraron más receptivos, lo que sugiere que los perros pueden diferenciar entre errores genuinos y engaños conscientes.