Un trabajador de una empresa de instalaciones eléctricas fue despedido tras ser acusado de consumir más de 3 litros de cerveza durante el horario laboral. La empresa aseguró que el hombre bebía en bares e incluso en estacionamientos, calificando el consumo como una falta grave que ponía en riesgo su seguridad y la de sus compañeros. Sin embargo, tras una denuncia, el tribunal determinó que el despido fue improcedente, ordenando una indemnización de 47 mil euros (48 millones de pesos chilenos).
El fallo judicial concluyó que el consumo de alcohol ocurrió durante la hora de almuerzo y no afectó el desempeño del trabajador. Además, un detective privado contratado por la empresa no encontró pruebas de embriaguez durante su labor. La justicia recalcó que, aunque existió una falta, esta no justificaba el despido, sino que debía haberse resuelto con una sanción menor. La sentencia también enfatizó que, para un despido por estas razones, es necesario demostrar una conducta reiterada con impacto directo en las funciones laborales.