Un estudio revela que las personas que viven a menos de un kilómetro del mar tienen hasta un 22% menos de posibilidades de presentar problemas de salud mental comparado con aquellos que viven a más de 50 kilómetros. Los expertos sugieren que la vista al océano, al ser vasto y tranquilizador, induce una sensación de asombro y pequeñez que ayuda a reducir el estrés y promueve una estabilidad emocional significativa.
La proximidad al mar no solo contribuye a la salud mental sino también al bienestar físico, gracias a beneficios como un aire más limpio y una mayor exposición a la vitamina D. Estos factores impactan positivamente en la calidad del sueño, el estado de ánimo y el metabolismo, al tiempo que combaten síntomas de depresión y mejoran la relajación corporal. Para los especialistas, el mar se presenta como un refugio natural que fortalece la salud integral de sus habitantes.