El pasado 1 de septiembre, un vuelo internacional entre Atlanta y Barcelona se convirtió en una odisea para 300 pasajeros, gracias a un incidente que dejó a todos con las caras largas. Un valiente pasajero experimentó un repentino y espectacular caso de diarrea que hizo que el avión tuviera que regresar al punto de partida, provocando ocho horas de retraso en su llegada a España.
Según informes, el “incidente de diarrea en vuelo” se propagó como un virus en el avión, lo que llevó al capitán a tomar la decisión audaz de dar media vuelta hacia el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson. Delta Airlines emitió un comunicado diciendo que se trataba de un “riesgo biológico” y, aunque ofrecieron disculpas por el retraso y las molestias, no dieron detalles sobre el estado del pasajero en cuestión. Aparentemente, el vuelo al día siguiente fue mucho menos turbulento, ¡y esperamos que el viaje haya sido más “sólido”!